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Por qué es imprescindible la revisión del coche en verano

Cada año, según se acerca el verano, es el momento de plantearse ir a tu taller de confianza. Es hora de revisar a fondo el coche, ya sea un turismo familiar u otro vehículo comercial. Por prudencia y seguridad, si planeas viajar en coche, debes revisar tu coche en el taller para comprobar que no hay ninguna avería ni desperfecto. Solo así podrás asegurarte de que todo marchará bien por muchos kilómetros que vayas a recorrer.

Aquí te dejamos los puntos principales de los que te hablamos en este artículo, si quieres puedes ir directamente a lo que más te interesa.

Contenido

Este año, en particular, una buena revisión del coche es imprescindible, pues es posible que haya estado parado durante varias semanas debido al estado de alarma. Además, la subida de temperaturas afecta al rendimiento de cualquier vehículo, por lo que conviene identificar aquellos componentes problemáticos y hacer las reparaciones pertinentes.

El mismo conductor puede mirar los niveles de una serie de elementos:

  • Líquido y sistema de frenos.
  • Líquido refrigerante.
  • Líquido limpiaparabrisas.
  • Carga de la batería.
  • Presión de los neumáticos.

Aunque es conveniente que el propio usuario del vehículo conozca el estado de su vehículo controlando dichos elementos, en el taller nos ocuparemos de revisar con mayor detenimiento tu coche.

Revisar el coche en verano
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El motor se puede sobrecalentar o quemar a altas temperaturas. Por eso, observamos que la aguja del salpicadero no se acerque a la zona roja del indicador del motor. Si la aguja llega a la zona roja del indicador cuando el vehículo está en uso, el conductor deberá detenerse para que se enfríe. En el caso de que el motor llegara a sobrecalentarse, procederemos a encender la calefacción para que el motor pierda calor. Esta solución es solo momentánea, en cuanto sea posible trae tu coche al taller para que averigüemos por qué se recalienta el motor.

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El calor incide en todos los componentes del sistema de frenado. Si las pastillas, los discos, los líquidos o el sistema hidráulico se recalientan, será más complicado que se refrigeren. El sobrecalentamiento provoca el desgaste o disfunción de estos elementos; por eso, es recomendable vigilar su estado. Está de más recalcar que tener el sistema de frenado en perfecto estado de revista es una obligación de cualquier buen conductor, pues puede salvarnos la vida, literalmente. Otra medida de protección que está en manos del conductor es el estilo de conducción, pues si conduce usando las marchas adecuadas según el desnivel del terreno, evitará el desgaste del freno. Por ejemplo, si vamos a descender una larga pendiente, es mejor usar marchas cortas en lugar de estar pisando el freno una y otra vez. Tu vehículo te lo agradecerá… ¡y también tu bolsillo!

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El desgaste de los neumáticos se acentúa al elevarse la temperatura. Si, aparte del calor, los neumáticos tienen menor presión de la debida, la rodadura se estropea con mayor facilidad. Por consiguiente, el agarre del neumático es peor y aumenta el peligro de accidente. Además, el firme muy caliente contribuye a que los neumáticos agarren peor y hay mayor posibilidad de pinchazos. En el taller pondremos a punto los neumáticos para que tengan la presión adecuada o los cambiaremos en caso de que estén desgastados, sin el dibujo correspondiente. El buen estado de los neumáticos te librará de muchos disgustos.

Ya has revisado tu coche. Ahora funciona como nuevo porque en El Choque lo hemos puesto a punto como si fuera un reloj suizo. ¿Quieres protegerlo de los problemas que acarrea las condiciones meteorológicas propias del verano? Seguro que ya conoces estos consejos, pero por si acaso, haremos un pequeño recordatorio; así, tu coche durará en perfectas condiciones más tiempo.

En primer lugar, insistimos de nuevo en la importancia de revisar el coche antes de emprender un viaje largo. Llevar el vehículo al taller con tiempo suficiente es lo más sabio. De esta manera, podremos acometer las reparaciones necesarias en caso de avería y el coche estará bien preparado. Las prisas y las urgencias siempre son un factor de estrés innecesario. Basta con organizarse un poquito y dejar el coche en el taller con cierta previsión.

En segundo lugar, debemos reparar los golpes por muy pequeños que sean. El calor puede provocar que un golpecito de nada vaya agrandándose, lo que puede ser desastroso. Mejor prevenir que curar, como solemos decir.

En tercer lugar, no hay que infravalorar la limpieza del coche. No se trata de una mera cuestión estética. Lavarlo bien y secarlo, pero sin que le dé el sol. De esta manera, protegemos el exterior, pues el secado al sol, aunque parezca más natural, puede dañar la pintura. Hoy existen ceras especiales para la chapa que impiden que la radiación ultravioleta cause estragos en el exterior del coche. Es sumamente importante limpiar también los bajos si vivimos en la costa. El salitre es muy corrosivo y se ceba en especial con esa parte del coche.

Revisar el coche en verano

Puede parecer una perogrullada, pero aparcar a la sombra no es ninguna tontería. En verano, la lucha por el aparcamiento sombreado es un clásico. Todos queremos que nuestro coche esté fresquito o, al menos, a una buena temperatura cuando volvamos a utilizarlo. Tampoco es agradable abrasarse con el volante o el cinturón de seguridad. Sin embargo, la lógica detrás de este consejo va más allá del mero confort del usuario. El exceso de calor no solo recalienta los componentes plásticos y metálicos, sino que puede ocasionar errores en el sistema electrónico. Cuando es imposible hallar sombra, la única solución son los parasoles, que sirven para proteger durante un periodo más bien breve. Si el coche va a estar estacionado durante una temporada más larga, mejor cúbrelo con una lona.

Otro elemento que aporta confort a los usuarios del vehículo es el sistema de climatización. En verano, el aire acondicionado tiene que funcionar como es debido. Sabemos de sobra que el calor dificulta la conducción y el riesgo de accidentes aumenta. El aire acondicionado permite que la temperatura interna del coche sea óptima para conducir con la mayor seguridad posible. Por eso, recomendamos siempre controlar que la climatización del vehículo marcha bien y que el gas refrigerante está en los niveles adecuados.

Por último, ¡precaución, amigo conductor! Como advierte la canción de los años sesenta, siempre hay que conducir con prudencia. Cumplir las normas de circulación, descansar cada cierto tiempo en los trayectos largos, mantener bien la hidratación de la persona que conduce, entre otros, son los consejos típicos de siempre, pero no por ello menos trascendentales. Aparte de ser prudente al volante, si conducimos con mayor eficiencia y menos agresividad, nuestro coche sufrirá menos las altas temperaturas, ahorraremos combustible y evitaremos que los componentes se desgasten antes de tiempo.

No olvides visitar el taller antes de irte de vacaciones en coche.

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